Háblame de Sevilla, sobrino

 

 

Háblame de Sevilla, sobrino

 

 

 

¡Ay!, describir a Sevilla

quisiera, más no me alcanza,

díjole Gaspar a Panza

mesándose la barbilla.

 

Hay una torre galana

que construyera un rey moro,

la llaman Torre del Oro,

de la de Plata es hermana.

 

Hay una iglesia infinita

con minarete adosado

y gradas en medio lado.

Del cielo es la favorita.

 

Hay un barrio marinero

que tiene sangre gitana,

al cual le llaman Triana

y allí nadie es forastero.

 

Hay una muralla mora

con puertas y con postigos,

atestadas de mendigos

y de gente bullidora.

 

Hay una ‘’giganta’’ armada

que desafiando al viento,

cual veleta en movimiento,

de la ciudad es portada.

 

Hay un río misterioso

que en las Indias desemboca

y a todo el orbe convoca

ante un futuro glorioso.

 

Hay teatros por doquier

y un centenar de conventos,

palacios, más de doscientos,

que los contó un mercader.

 

 

 

Compás de la mancebía,

muy cercano al Arenal,

do dan el placer carnal

la cristiana y la judía.

 

Hay un Alcázar Real

que fundaran los Omeya.

No busques cosa más bella:

el palacio es celestial.

 

Nunca viste Atarazanas

como las que hay en Sevilla,

para ofrecer a Castilla

inmensas flotas cristianas.

 

¡Ay, Sevilla, seductora!,

Híspalis de los romanos,

Babilonia abre las manos

tanto entonces como ahora.

 

Mil y una noches siguiera

narrando esa maravilla,

que recorriera en pandilla

cuando yo tan joven era

 

Y con este vino nuevo

que aún no ha sido bautizado,

por todo lo recordado

brindar por Sevilla debo.

 

 

 

José Manuel Sánchez Chapela

Abril 2017