Cuando encontraron brutalmente asesinada en su vivienda de Olmedo a la joven profesora, ninguno de sus amigos y compañeros podía prever que una terrible tormenta se estaba desatando sobre ellos, que sus vidas ya no volverían a ser las mismas, que secretos y traumas guardados celosamente durante tantos años iban a salir a la superficie a raíz de aquel suceso.

Una poesía, una sencilla poesía pudo ser el detonante de aquella reacción en cadena. El teniente Bejarano nunca se había enfrentado en su dilatada carrera a un caso como aquel.

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Calificarla como una novela policiaca o de intriga resultaría simplista, porque se trata de una obra que vas más allá de una mera investigación criminal, y que  parece buscar más adentrarse en la vida de los personajes, sus comportamientos, sus relaciones (muchas veces ocultas), sus motivaciones, y en el modo de vida de sus protagonistas, que en el mero descubrimiento del autor de aquel horrendo crimen. Los Guardias Civiles involucrados en la investigación  tampoco responden  al estereotipo de investigadores policiales al uso; son seres vivos, llenos de matices y de vida interior.

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